Uno de los aportes del arte colonial fue la integración de la sociedad, donde criollos, peninsulares, mestizos e indígenas forman un solo público común a pesar de sus diferencias; cualquier clase social chilena podía identificarse con el mismo.
El arte colonial y la imagenería facilitó la evangelización de los pueblos analfabetos y bastante práctica al momento de enseñar la doctrina religiosa, sus dogmas y métodos.
Se puede decir que la pintura colonial entonces no sólo se convirtió en una mezcla de métodos y técnicas pictóricas, sino que también fue un punto de inflexión para la religiosidad y armonía de ambos pueblos.

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